Canto a la Argentina

Canto a la Argentina

Por Pablo Ananía

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Sinopsis

Se ha de leer este poema como un manifiesto político, un canto a la Argentina desolada, una expresión de quien observa la realidad de un país que está siendo devorado por las corporaciones. No es el fin del mundo, pero estamos siendo devorados por una nube tóxica, que nos ciega y engendra en nuestro espíritu sólo nuevas nubes que idiotizan y confunden. En este territorio de la nada es esencial la presencia del pintor y del poeta, quizás únicos seres que en circunstancias semejantes pueden percibir lo indescifrable. La obra aquí expuesta por el artista plástico Ricardo Carrizo no es entonces una simple imitación o ilustración del poema: está por encima de su naturaleza, sobrepasa a la realidad cognoscible extremando la profundidad de la escritura con la ilusión de hacerlo hasta encontrarse con ese universo de palabras cuyas relaciones, composición y poderes se afirman claramente por el sonido, pero también por las imágenes, las mudas figuras, la negritud del pensamiento, del dolor, la movilidad rítmica, la metáfora, todo en un espacio unificado y soberanamente autónomo. Así como el poeta se propone hacer obra de puro lenguaje y por qué no de ritmo, y el lenguaje y el ritmo interior, particularmente en esta obra política y humana pretende un retomo a su esencia narrativa, el pintor crea un objeto de lenguaje que no reproduce con los colores lo que es sino que busca el punto en el cual la ausencia de color da con el ser y con el no-ser. Notable hallazgo el de Carrizo. Incluso, como lo intentaba Rilke en la época del expresionismo, el logro de que lo suyo sea parte de ese ser mudo, silente, llámese pueblo, patria, o nadie. Por cierto, hasta conseguir hacer con el poema lo que este tendría que ser por sí mismo: forma humana, existencia, conciencia de clase, obra política. ¿Excesiva la ambición? Es probable. La pintura propone un mundo aquí al que sólo accederá quien tenga la llave de lo sensible. Esa llave sería el don del observador, del que sabe ver sin quedarse necesariamente detenido en la palabra. Así como para el poema hay que tener también oído, para el arte de la pintura hay que estar dotado para sentir y ver. Y en política hay que estar dotado para hacer. Por eso este poema es un manifiesto peronista. Porque el arte debe estar en circunstancias sociales adversas al servicio de la resistencia política.

Pablo Ananía